Las características de estas aves y su cría son tan especiales como lograr verlas. Habitan en bosques altoandinos, en regiones escarpadas donde sobrevuelan a gran altura, y generalmente cazan presas al interior del bosque. Su nido, construido en lo más alto del dosel, protege un único huevo, dando origen a un polluelo con plumones blanco cremoso que, en estado juvenil, se tornan oscuros con blanco.
En la historia de este polluelo, expertos locales lograron documentar el paso a paso de sus días: desde la construcción del nido, el periodo de incubación, la crianza y hasta sus primeros aleteos fuera del nido. Se identificaron así los cuidados de sus dos progenitores. Entre su dieta se encuentran pavas, loros, zorros, ardillas y cusumbos, presas que fomentan la fuerza y el vuelo de este futuro gigante.
“Durante muchos años solo habíamos visto un polluelo cada temporada, pero ahora notamos que el águila se está reproduciendo año tras año gracias a los procesos de conservación y la conciencia de las comunidades. Antes estos territorios eran de cacería y tala, hoy la gente reconoce la importancia de esta especie y trabaja para conservarla”, señaló Willington Yáñez, líder del Grupo Ecológico Águila Real de Montaña YAREIT, que fortalece las acciones del municipio de Gigante y la protección del Parque Natural Regional Cerro Páramo de Miraflores, ecosistema estratégico que garantiza la conectividad ecológica en la región andina.
“El Águila Real de Montaña es una de las especies más importantes y de mayor cuidado en nuestro territorio. Hoy vemos cómo comunidades, biólogos e instituciones se unen para su protección, en un momento ideal de coordinación y participación para asegurar su conservación”, expresó Camilo Agudelo, director de la CAM Huila.
Actualmente, el Águila Real de Montaña (Spizaetus isidori) es también la rapaz andina más amenazada de Sudamérica. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), su población global no supera los 1.000 ejemplares y, en Colombia, podrían quedar menos de 200 individuos. Por eso, el hallazgo de esta pareja y su cría enciende una luz de esperanza para su conservación. Su presencia en la alta montaña es uno de los indicadores más precisos de la salud de los bosques.
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“La presencia de esta pareja y su cría en el Huila no es solo un registro científico, es una señal de esperanza. Nos recuerda que, si trabajamos de manera conjunta con las comunidades y las instituciones, podemos revertir el rumbo de las especies más amenazadas y asegurar que sigan cumpliendo su rol vital en los ecosistemas andinos”, afirmó Carlos Costa, director ejecutivo de Conservación Internacional Colombia.
Un trabajo conjunto por su protección
Este nuevo avistamiento se da gracias al trabajo aunado del Grupo Ecológico Águila Real de Montaña (YAREIT) y la puesta en marcha del Pacto HYLEA, un esfuerzo conjunto de la Gobernación del Huila, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), Conservación Internacional Colombia e IDH, que busca mejorar la sostenibilidad territorial a nivel de paisaje, promoviendo la conectividad y protección de áreas estratégicas en el Corredor Andino Amazónico del departamento del Huila.
Como parte del proceso de conservación del águila de montaña, el Grupo Ecológico, con el acompañamiento del equipo humano del Pacto Hylea, continuará realizando monitoreos de esta especie. Esta documentación es clave para contribuir con información de su historia natural, con especial énfasis en el comportamiento reproductivo y el fortalecimiento de acciones de educación ambiental con comunidades e instituciones
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